El Lucro
Universitario, Salario Mínimo y otras especies. Una mirada personal.
Jaime Rojas Opazo.
Sin duda estos últimos días, el
Congreso Nacional ha sido escenario de discusiones sumamente controversiales,
desde el punto de vista de la convergencia de miradas que a la vez parecieran
ser diametralmente opuestas, unos que defienden con la vida la posibilidad de
hacer lucro con las instituciones educacionales o que sostienen que es más que
digno sobrevivir con ciento noventa y tres mil pesos, mientras en la otra
vereda hay existencia de sujetos que luchan por terminar con el “lucro” y que
buscan superar la barrera de los doscientos mil pesos como salario mínimo, que
en mi opinión sigue siendo insuficiente.
Respecto del lucro, primer tema
de mi importancia, creo que es erróneo plantear que se está cometiendo un
delito, dado que el ordenamiento jurídico nacional no castiga nunca el lucro,
por lo que, a los dirigentes universitarios y otros personajes que están
llevando la bandera de lucha en contra de esta práctica les aconsejaría
utilizar mejor las expresiones y no caer en errores.
Comparto que hay una vulneración
de la ley en el sentido de que con los establecimientos educacionales
superiores, en este caso, no se puede lucrar, pero eso no quiere decir que el lucro
sea punible.
En mi opinión, el tema del lucro
es una cuestión sumamente subjetiva, dado que, hay que partir de la base de
cuales son las razones conducentes a estudiar en instituciones privadas, que
son las cuestionadas en este caso, cosa que a mi parecer es absolutamente
errónea, porque el tratamiento a los establecimientos superiores debiese ser
igual y no discriminatorio.
Me remito a señalar que una
llamada “Universidad Tradicional”, como lo es la Pontificia Universidad
Católica de Chile es privada, no pública, y tiene un tratamiento absolutamente
diferente al que puede tener la Universidad
Adolfo Ibáñez, la Universidad Diego
Portales, la Universidad Andrés
Bello, etcétera.
Volvamos a lo central, ¿cual es
el problema del lucro?
1-. Hay aranceles sumamente inflados, respecto a la calidad educacional que
entregan ciertos establecimientos. Esto es cierto, la calidad de ciertos
planteles nacionales dista claramente del precio que uno paga por los servicios
entregados. Derivado de esto, hay que tener en cuenta el problema de la
empleabilidad post-titulación, el pago del Crédito con Aval del Estado, los créditos
bancarios y otros problemas.
2-. La calidad de los servicios, son dudosos. Otro punto que creo, es más
importante que pelear por el lucro o no lucro en la educación, es que la
calidad de los servicios entregados no corresponde con las expectativas de los
estudiantes, ni con ciertas expectativas de los mercados laborales, en el
sentido de la precaria preparación de los estudiantes.
Frente a este tema, yo suelo
recalcar que las Universidades, CFT, Institutos técnicos, no entregan
conocimiento ni están destinados a eso, sino que entregan las herramientas de
formación que uno debe poner en práctica, asumiendo la responsabilidad de
asistir a clases, de rendir en el ámbito académico.
3-. ¿El “lucro” influye en algo a los estudiantes? A mi parecer, el
lucro no influye en nada a los estudiantes; cada uno de los estudiantes ha
optado por determinada institución educacional sin haber sido obligado ni
coaccionado. Al respecto, cuando empiezan las diferentes discusiones de que hay
desigualdad en los medios y en las oportunidades para entrar a la Universidad , discrepo
absolutamente, cuando parte del segmento ABC1 de este país postula a las
universidades estatales para poder ser becado y no pagar un mísero peso y
depender del estado. A eso en buen chileno se le dice “frescura” o como me
gustan a mí las cosas directas ser cara de raja. Eso nadie lo sale
discutiendo en los medios, porque supone un enorme problema político, pero
supone la hipocresía máxima de este país.
Yo estudio en una Universidad
Privada, la Universidad Andrés
Bello, curso 3er año, no he reprobado ningún ramo, pago al día mi arancel, no
me quejo de la Universidad
porque tiene una excelente infraestructura, tiene sus profesores, los cuales
son de una calidad de primer nivel, tenemos las salas a disposición, si
requiero hacer deporte me facilitan gimnasio tanto en mi facultad (en un
gimnasio cercano ubicado a 2 o 3 cuadras) o en la sede de República. Me entrega
una serie de facilidades de pago (ojo esto es lo que las personas no lograr
captar por llegar y firmar un contrato), puedo optar a programas de doble
titulación, etcétera, como un buen cliente satisfecho podría darme un día de
tirarle flores a esta institución, pero claramente eso es lo que no quiero
hacer, sino que, busco reconocer las ventajas que puede tener. Ahora, es una
Universidad cara, sí lo es, pero nadie jamás me obligó a entrar en ella, nadie
me puso una pistola o un cuchillo amenazante para que optara por ella, más bien
fue convicción y buena opinión de ella, por haber tenido relaciones previas.
Después de reflexionar al
escribir esto, puede que salte cualquier sujeto y diga “claro tu eres un
privilegiado, no todos tienen la facilidad de encontrar estas circunstancias
para entrar a la
Universidad y bla bla
bla” volveríamos a lo mismo de una discusión de poca monta y bajo en
argumentación.
A mi parecer, es más justo el
pelear por el cambio en el sistema completo, tanto a nivel de financiamiento de
las universidades estatales (cosa que pocos critican y señalan es que parte del
déficit de las U’es estatales es por culpa de sus propios administrativos y
profesores que se han “apernado” en los planteles y se auto-adjudican proyectos
y licitaciones, etcétera) como de permisos a creación de planteles privados,
los cuales si efectivamente debiesen transparentar sus fines, es decir, señalar
patrimonios, proyectos, en fin.
Así todo sigo sin entender por qué
el lucro es terrible y abominable.
Sobre el salario mínimo,
encuentro gracioso el escenario actual. De forma constante sale el presidente
del Partido Socialista, don Osvaldo Andrade, reclamando por la fijación de un
salario digno y racional y cosas por el estilo. Señor, le recuerdo que usted
fue Ministro del Trabajo y tenía la posibilidad de velar realmente por el
pueblo cuando gozaba del poder, ahora sin quejarse.
Ante las palabras de la actual
titular de la cartera del Trabajo, la ex senadora Evelyn Matthei, de que es
posible que un aumento en el salario mínimo pueda conducir a un descalabro en
la economía del país, se lo acepto en cuanto estuviésemos en una situación de
crisis económica profunda, donde el cuidado al crecimiento fuera intransable,
pero acá argumentó más bien desde su posición de defensa al libre mercado.
La verdad debo reconocer, que
este gobierno tiene muchas más intención en lograr un salario mínimo más justo
que los gobiernos pasados de la
Concertación , los cuáles se supone tenían mucha más cercanía
con el pueblo por su calidad de partidos social-demócratas; fue una utopía, una
conjunto de señores bien vestidos se transformó en nuevos directores del país,
se cambiaron de casa y manejan autos caros.
Soy de los que cree que el
salario mínimo debe fijarse en virtud de cuestiones más bien fácticas que
respetando los principios de la economía. Hay que hacer que los que ganen más
paguen más impuestos, que las grandes empresas paguen aún más impuestos, lo que
el Estado puede utilizar como fondo de ayuda a pagar como bonos y otras fuentes
de remuneración a los Pequeños y medianos empresarios que “pueden sucumbir”
ante un aumento del salario mínimo.
Hay mucha discusión ideológica detrás
de este tema y poca discusión ética, dado que, desde el punto de vista de los
costos de vida en este país, así como están las cosas, es más que indigno vivir
con ciento noventa y tres mil pesos.
Por eso es tan recurrente la
frase “sube todo y no suben los sueldos”. Escucharla en la calle esa frase
duele, porque hace recordar casi a diario que la repartición de riquezas en
nuestro país es una de las más desiguales en el planeta.
Por favor, hay que hacer algo
para cambiar, paulatinamente eso, enserio, a los señores parlamentarios habrá
que invitarlos a vivir un mes con esa plata a ver si cambian de actitud.
De esto último, nace otra temática
que ha sido bien controversial en los últimos días, la Ley de Pesca, que la verdad es
sumamente burlesca, en el sentido que continúa con esa repartición arbitraria
de los recursos marítimos, dejando de lado a los pequeños pescadores y a los
pescadores artesanales.
Si uno de los mensajes del
gobierno es, disminuir el desempleo, reducir las brechas socio-económicas, con
esta ley está siendo absolutamente inconsecuente.
Nunca hay que olvidar que, el
gran artífice de esta repartija de mala clase de los recursos marítimos empezó
en el gobierno del ex Presidente Lagos, así que no es un tema que se pueda
atribuir netamente a este gobierno, pero lo está acrecentando en forma grosera.
A fin de cuentas, si uno revisa
todas la problemáticas que tiene este gobierno, son tareas que vienen desde
gobiernos anteriores, que este en particular a tratado de hacerlos suyos, cometiendo
un error político garrafal, en mi opinión.
Debiese haberse partido con un
plan de gobierno y haberse respetado a lo largo del periodo, pero se
atribuyeron problemáticas que no eran personales, y ahora se enfrentan a un escenario
difícil, complejo donde erróneamente han llevado a las masas a reclamar en las
calles y además las combaten con represión, un error aún más grosero.