viernes, 20 de julio de 2012

El Lucro Universitario, Salario Mínimo y otras especies. Una mirada personal.


El Lucro Universitario, Salario Mínimo y otras especies. Una mirada personal.
Jaime Rojas Opazo.

Sin duda estos últimos días, el Congreso Nacional ha sido escenario de discusiones sumamente controversiales, desde el punto de vista de la convergencia de miradas que a la vez parecieran ser diametralmente opuestas, unos que defienden con la vida la posibilidad de hacer lucro con las instituciones educacionales o que sostienen que es más que digno sobrevivir con ciento noventa y tres mil pesos, mientras en la otra vereda hay existencia de sujetos que luchan por terminar con el “lucro” y que buscan superar la barrera de los doscientos mil pesos como salario mínimo, que en mi opinión sigue siendo insuficiente.

Respecto del lucro, primer tema de mi importancia, creo que es erróneo plantear que se está cometiendo un delito, dado que el ordenamiento jurídico nacional no castiga nunca el lucro, por lo que, a los dirigentes universitarios y otros personajes que están llevando la bandera de lucha en contra de esta práctica les aconsejaría utilizar mejor las expresiones y no caer en errores.
Comparto que hay una vulneración de la ley en el sentido de que con los establecimientos educacionales superiores, en este caso, no se puede lucrar, pero eso no quiere decir que el lucro sea punible.
En mi opinión, el tema del lucro es una cuestión sumamente subjetiva, dado que, hay que partir de la base de cuales son las razones conducentes a estudiar en instituciones privadas, que son las cuestionadas en este caso, cosa que a mi parecer es absolutamente errónea, porque el tratamiento a los establecimientos superiores debiese ser igual y no discriminatorio.
Me remito a señalar que una llamada “Universidad Tradicional”, como lo es la Pontificia Universidad Católica de Chile es privada, no pública, y tiene un tratamiento absolutamente diferente al que puede tener la Universidad Adolfo Ibáñez, la Universidad Diego Portales, la Universidad Andrés Bello, etcétera.
Volvamos a lo central, ¿cual es el problema del lucro?
1-. Hay aranceles sumamente inflados, respecto a la calidad educacional que entregan ciertos establecimientos. Esto es cierto, la calidad de ciertos planteles nacionales dista claramente del precio que uno paga por los servicios entregados. Derivado de esto, hay que tener en cuenta el problema de la empleabilidad post-titulación, el pago del Crédito con Aval del Estado, los créditos bancarios y otros problemas.
2-. La calidad de los servicios, son dudosos. Otro punto que creo, es más importante que pelear por el lucro o no lucro en la educación, es que la calidad de los servicios entregados no corresponde con las expectativas de los estudiantes, ni con ciertas expectativas de los mercados laborales, en el sentido de la precaria preparación de los estudiantes.
Frente a este tema, yo suelo recalcar que las Universidades, CFT, Institutos técnicos, no entregan conocimiento ni están destinados a eso, sino que entregan las herramientas de formación que uno debe poner en práctica, asumiendo la responsabilidad de asistir a clases, de rendir en el ámbito académico.
3-. ¿El “lucro” influye en algo a los estudiantes? A mi parecer, el lucro no influye en nada a los estudiantes; cada uno de los estudiantes ha optado por determinada institución educacional sin haber sido obligado ni coaccionado. Al respecto, cuando empiezan las diferentes discusiones de que hay desigualdad en los medios y en las oportunidades para entrar a la Universidad, discrepo absolutamente, cuando parte del segmento ABC1 de este país postula a las universidades estatales para poder ser becado y no pagar un mísero peso y depender del estado. A eso en buen chileno se le dice “frescura” o como me gustan a mí las cosas directas ser cara de raja. Eso nadie lo sale discutiendo en los medios, porque supone un enorme problema político, pero supone la hipocresía máxima de este país.

Yo estudio en una Universidad Privada, la Universidad Andrés Bello, curso 3er año, no he reprobado ningún ramo, pago al día mi arancel, no me quejo de la Universidad porque tiene una excelente infraestructura, tiene sus profesores, los cuales son de una calidad de primer nivel, tenemos las salas a disposición, si requiero hacer deporte me facilitan gimnasio tanto en mi facultad (en un gimnasio cercano ubicado a 2 o 3 cuadras) o en la sede de República. Me entrega una serie de facilidades de pago (ojo esto es lo que las personas no lograr captar por llegar y firmar un contrato), puedo optar a programas de doble titulación, etcétera, como un buen cliente satisfecho podría darme un día de tirarle flores a esta institución, pero claramente eso es lo que no quiero hacer, sino que, busco reconocer las ventajas que puede tener. Ahora, es una Universidad cara, sí lo es, pero nadie jamás me obligó a entrar en ella, nadie me puso una pistola o un cuchillo amenazante para que optara por ella, más bien fue convicción y buena opinión de ella, por haber tenido relaciones previas.
Después de reflexionar al escribir esto, puede que salte cualquier sujeto y diga “claro tu eres un privilegiado, no todos tienen la facilidad de encontrar estas circunstancias para entrar a la Universidad y bla bla bla” volveríamos a lo mismo de una discusión de poca monta y bajo en argumentación.

A mi parecer, es más justo el pelear por el cambio en el sistema completo, tanto a nivel de financiamiento de las universidades estatales (cosa que pocos critican y señalan es que parte del déficit de las U’es estatales es por culpa de sus propios administrativos y profesores que se han “apernado” en los planteles y se auto-adjudican proyectos y licitaciones, etcétera) como de permisos a creación de planteles privados, los cuales si efectivamente debiesen transparentar sus fines, es decir, señalar patrimonios, proyectos, en fin.
Así todo sigo sin entender por qué el lucro es terrible y abominable.

Sobre el salario mínimo, encuentro gracioso el escenario actual. De forma constante sale el presidente del Partido Socialista, don Osvaldo Andrade, reclamando por la fijación de un salario digno y racional y cosas por el estilo. Señor, le recuerdo que usted fue Ministro del Trabajo y tenía la posibilidad de velar realmente por el pueblo cuando gozaba del poder, ahora sin quejarse.
Ante las palabras de la actual titular de la cartera del Trabajo, la ex senadora Evelyn Matthei, de que es posible que un aumento en el salario mínimo pueda conducir a un descalabro en la economía del país, se lo acepto en cuanto estuviésemos en una situación de crisis económica profunda, donde el cuidado al crecimiento fuera intransable, pero acá argumentó más bien desde su posición de defensa al libre mercado.

La verdad debo reconocer, que este gobierno tiene muchas más intención en lograr un salario mínimo más justo que los gobiernos pasados de la Concertación, los cuáles se supone tenían mucha más cercanía con el pueblo por su calidad de partidos social-demócratas; fue una utopía, una conjunto de señores bien vestidos se transformó en nuevos directores del país, se cambiaron de casa y manejan autos caros.

Soy de los que cree que el salario mínimo debe fijarse en virtud de cuestiones más bien fácticas que respetando los principios de la economía. Hay que hacer que los que ganen más paguen más impuestos, que las grandes empresas paguen aún más impuestos, lo que el Estado puede utilizar como fondo de ayuda a pagar como bonos y otras fuentes de remuneración a los Pequeños y medianos empresarios que “pueden sucumbir” ante un aumento del salario mínimo.

Hay mucha discusión ideológica detrás de este tema y poca discusión ética, dado que, desde el punto de vista de los costos de vida en este país, así como están las cosas, es más que indigno vivir con ciento noventa y tres mil pesos.
Por eso es tan recurrente la frase “sube todo y no suben los sueldos”. Escucharla en la calle esa frase duele, porque hace recordar casi a diario que la repartición de riquezas en nuestro país es una de las más desiguales en el planeta.
Por favor, hay que hacer algo para cambiar, paulatinamente eso, enserio, a los señores parlamentarios habrá que invitarlos a vivir un mes con esa plata a ver si cambian de actitud.

De esto último, nace otra temática que ha sido bien controversial en los últimos días, la Ley de Pesca, que la verdad es sumamente burlesca, en el sentido que continúa con esa repartición arbitraria de los recursos marítimos, dejando de lado a los pequeños pescadores y a los pescadores artesanales.
Si uno de los mensajes del gobierno es, disminuir el desempleo, reducir las brechas socio-económicas, con esta ley está siendo absolutamente inconsecuente.

Nunca hay que olvidar que, el gran artífice de esta repartija de mala clase de los recursos marítimos empezó en el gobierno del ex Presidente Lagos, así que no es un tema que se pueda atribuir netamente a este gobierno, pero lo está acrecentando en forma grosera.

A fin de cuentas, si uno revisa todas la problemáticas que tiene este gobierno, son tareas que vienen desde gobiernos anteriores, que este en particular a tratado de hacerlos suyos, cometiendo un error político garrafal, en mi opinión.
Debiese haberse partido con un plan de gobierno y haberse respetado a lo largo del periodo, pero se atribuyeron problemáticas que no eran personales, y ahora se enfrentan a un escenario difícil, complejo donde erróneamente han llevado a las masas a reclamar en las calles y además las combaten con represión, un error aún más grosero.